Gianfranco Zola (Oliena, Cerdeña, 45 años) habla del fútbol en presente, con una pasión, risa, serenidad y felicidad contagiosas. En el baúl de sus recuerdos está una portería pintada a mano debajo de casa que todavía existe, su amistad con Asprilla con el que salía a pescar, su devoción por Maradona, su pasión por el cine y los bollos, su vida en Londres y su pasado en el Chelsea. Ha sido uno de los más grandes talentos italianos y aun así tuvo que emigrar para ver reconocido su valor.
Pregunta. ¿Qué hace sin el fútbol?
Respuesta. Lo sigo como espectador, me dedico a la familia y juego al golf.
P. ¿La vida sin fútbol es como se la había imaginado?
R. Más fácil. Dejarlo me supuso un trauma, sufrí, pero lo compensé con la familia maravillosa que tengo [dos hijos y una hija].
P. ¿Cómo se ve Italia desde el exilio?
R. No es el mejor momento para el calcio, un fútbol que está machacado y con muchos problemas. Nos cuesta salir adelante, pero lo haremos porque Italia es un país que en los momentos más difíciles siempre saca lo mejor.
P. ¿Por qué nadie admira al calcio ya?
R. No marcamos tendencia. Son ciclos y ahora le toca a los equipos españoles. Hace algunos años ya que Italia no tiene un futbolista de clase mundial. Es una pena porque los jóvenes que iban a destacar, como Giuseppe Rossi, se han lesionado.
P. ¿Por qué se quedó a vivir en Londres?
R. Porque mi familia ha crecido aquí y porque le tenemos un cariño especial a esta ciudad.
P. ¿Qué le gusta?
R. Que a pesar de sus ocho millones de habitantes tienes la sensación de estar en una ciudad pequeñita porque tiene mucho verde. No hay grandes rascacielos, hay mucha cultura cívica, respetan al próximo. Y, sobre todo, puedes vivir tu vida tranquilamente, independientemente de quien seas.
P. ¿No se ha sentido nunca extranjero?
R. Quizás al principio. Pero la gente de aquí me ha adoptado enseguida y me ha facilitado la integración.
P. En Italia igual sí le han hecho sentirse extranjero por su forma de jugar.
R. No diría eso... En Italia he tenido mis satisfacciones. Y sí, al final empezaron las dificultades pero son las cosas que conlleva el fútbol. No tengo rencores.
P. En la selección solo jugó 35 partidos. ¿Por qué no había sitio para un jugador como Zola?
R. Igual porque mis prestaciones con Italia no han estado a la altura de las que tenía con mis clubes.
P. ¿Con el Chelsea fue amor a primera vista?
R. Sí. Ellos se enamoraron de mi forma de jugar y yo de su forma de vivir el fútbol. Italia era un estrés y aquí se vivían los partidos como un acontecimiento deportivo. Me encantaba poder ir al estadio cada uno con su coche tres horas antes del partido; salir y ver como los hinchas rivales charlaban tranquilamente. Supongo que ellos, de mí apreciarían el hecho de que era un jugador distinto, que jugaba un fútbol distinto.
P. ¿Se siente un artista del balón?
R. Yo me siento un jugador extrovertido que en muchos momentos entendía el fútbol de forma distinta. Me gustaba arriesgar, hacer algo inusual, algo que nadie se esperaba.
P. ¿Cómo sobrevivió un bajito como usted en un fútbol tan físico?
R. Eso fue mi desafío. Es lo que me ha permitido mejorar aun más. Cuando llegué muchos dijeron que no habría aguantado y eso picó mi intelecto, me obligó a pensar en cómo conseguir ser eficaz con mis medios. Ese fútbol físico me hizo todavía más creativo.
El calcio está machacado. No marcamos tendencia. Son ciclos y ahora le toca a los equipos españoles"
P. ¿Es verdad que cuando llegó al Chelsea no tenían camisetas de su talla?
R. (Se ríe). Al principio tuve que cortar las camisetas porque me iban demasiado grandes. Luego ya fabricaron una de mi talla.
P. ¿Qué le ha enseñado el fútbol inglés?
R. A no rendirme nunca. A luchar, a dejarlo todo en el campo independientemente del resultado. Y a no tener miedo de las consecuencias.
P. ¿Y el italiano?
R. Todo lo demás. A entender bien el fútbol, a mejorar técnicamente, a maximizar mis cualidades y ponerlas a disposición del equipo. En esto somos unos maestros: siempre sabemos sacar el máximo provecho de las situaciones tácticas que se nos plantean.
P. Su primer entrenador fue un profe de matemáticas, Giovanni Mele. ¿Qué recuerda de él?
R. Era un gran hombre y fue una guía para mí: eran mis comienzos y necesitaba que alguien me dijera hacia donde ir. Era duro, me reprochaba cualquier cosa porque quería que diera más.
P. ¿Por qué le llamaban merendina [bollo] de pequeño?
R. Mi padre tenía un bar en el pueblo y yo me comía todos los bollos y los pasteles. No paraba. Era muy goloso.
P. Su pueblo, Oliena, tiene 8.000 habitantes dedicados a la agricultura y a la crianza. ¿Cómo pasaba los días?
R. Cuando no estaba en el cole estaba jugando al fútbol. Y a veces, cuando tendría que haber estado en el cole, estaba jugando al fútbol. Soy de los que han aprendido a jugar solo y en la calle.
P. ¿Y la portería que pintó debajo de casa?
R. Sigue allí.
P. El cura le regaló un balón en el bautizo. ¿Eso es ser un predestinado?
R. ¡Se me había olvidado! Mi padre, a pesar de que nunca jugó al fútbol, era un forofo y todos en el pueblo lo sabían. De ahí que el cura nos hiciera ese regalo.
P. ¿Qué se compró con su primer sueldo?
R. Un reproductor de vídeo. Me apasionaba el cine y las pelis de aventura y acción. Rambo era mi favorita.
P. De Tercera pasó directamente al Nápoles de Maradona. ¿Le intimidaba?
R. Muchísimo, porque era la persona en la que me inspiraba. La primera vez que le vi me dije ‘por favor Gianfranco, no quedes como el estúpido de turno, di algo inteligente, y olvídate que es tu ídolo. Solo piensa que es un compañero más’. No funcionó, quedé como un estúpido. Él entendió la situación. Me tomó en simpatía, fue siempre muy cariñoso conmigo.
P. ¿Qué le enseñó?
R. De Maradona aprendí todo el arte. Yo era un chaval que tenía buenas cualidades, sin más. Con él he aprendido a ser un jugador. Estaba cerca de él, lo miraba, ha hecho crecer mi juego. Si soy el jugador que soy ahora [habla en presente] es gracias a lo que le vi hacer a él. Y a Careca.
P. En el Parma jugó con Asprilla. ¿Qué tipo era?
R. Un loco. Tino era un jugador increíble, un tío divertido y alegre. Siempre hacía la cosa más improbable, en el campo y fuera. Por eso nos llevábamos tan bien. Ninguno de los dos sabía exactamente lo que tenía que hacer, lo hacíamos sin más. Y funcionaba. Cuando teníamos el día era muy difícil que nos pararan porque no dábamos puntos de referencia.
P. ¿Se lo llevaba a pescar?
R. Sí. Pero él era un desastre.
P. ¿El rival con más talento?
R. Van Basten. Ronaldo. Zidane. Y Baggio.
P. ¿El defensa qué más le ha impresionado?
R. Maldini y Baresi.
P. ¿Qué piensa hoy cuando ve jugadores como Balotelli?
R. Que es una pena. Podría dar mucho más si aprendiera a controlarse. El control forma parte de la profesión, te ayuda a dar más y a desarrollar todas tus cualidades.
P. ¿Han cambiado tanto las generaciones?
R. Muchísimo. Cuando te cambian las exigencias, cambia tu forma de pensar. Y las exigencias de ahora no son las mismas de los años 80 y 90. El modo de vivir determina tu carácter y tu forma de pensar, es normal que los jóvenes de ahora sean tan distintos a los de mi generación. Nosotros no teníamos muchas distracciones, centrábamos nuestras energías en una cosa sola, los chavales de ahora están bombardeados por miles de input.
P. ¿Algún joven que le fascina?
R. Hay uno muy bajito, zurdo, argentino, creo que juega en el Barcelona. Parece que no está nada mal [suelta una carcajada antes de decir que es Leo Messi]. Messi aparte, me gustan Giovinco, Giuseppe Rossi, Silva, Özil, Rooney y Mata.
P. ¿En qué ha cambiado el Chelsea de ahora respecto a su Chelsea?
R. Quizás nosotros éramos un equipo con menos potencial pero con una gran virtud a la hora de construir el juego con gente como Poyet, Di Matteo, Petrescu y yo. Éramos buenos tocando la pelota y jugábamos un fútbol espectacular, bonito de ver. No teníamos la capacidad de realización que tiene este Chelsea y ellos defensivamente son mejores.
P. Ha estado viendo los entrenamientos de Guardiola. ¿Qué le ha llamado la atención de su forma de trabajar?
R. Su disponibilidad y sencillez a la hora de acogerme. Ha montado un equipo ganador que juega al fútbol de forma divina. Este Barça hace bien al fútbol.
P. ¿Por qué el Chelsea está cambiando tantos entrenadores y no ha tenido paciencia con Villas-Boas?
R. Creo que lo que quieren hacer ahora es cambiar su estilo de juego. La idea de hacer el fútbol del Barça atrae a todos y a ellos también. Con Villas-Boas no tuvieron paciencia por los resultados, considerarían que no estaban a la altura de las expectativas.
P. ¿Sigue tocando el piano?
R. Hace mucho que no…
P. ¿Cómo nació esta pasión?
R. Me gustaban los instrumentos aunque mi talento musical era cero. En Nápoles mi vecina tocaba el piano, era profesora. Me planté en su casa, me presenté y le dije si podía darme clases. Ahí empezó todo. Hasta que jugué al fútbol, siempre he tenido un piano